La meta es ofrecerles un servicio en el idioma materno y darles acompañamiento espiritual durante su estadía en el extranjero para que mantengan una relación con su iglesia y la cultura en que se encuentra la tradición eclesiástica sueca.
En América del Sur, la Iglesia Sueca ha estado presente desde el inicio del siglo XX a través de su misión a los marineros y a grupos de migrantes suecos en primer lugar en Argentina, Perú y Brasil. Durante y después del conflicto armado en Perú en los años 1980, ha acompañado de forma ecuménica a organizaciones e instituciones en pro de la reconciliación, los derechos humanos y un desarrollo sostenible.
La teología de la liberación le ha inspirado y dado perspectivas teológicas importantes a la iglesia en Suecia.
Una contraparte importante sigue siendo el Instituto Bartolomé de las Casas en Lima.
En Centroamérica, la Iglesia Sueca ha acompañado desde los años 1970 a los pueblos centroamericanos para aliviar los efectos de la pobreza y de las guerras civiles en primer lugar las de Guatemala y El Salvador. El trabajo ha sido de construir plataformas ecuménicas de resistencia y de educación popular en pro de los derechos humanos y un desarrollo comunitario sostenible.
Otra meta ha sido fortalecer a las iglesias luteranas en la región para que puedan cumplir su servicio en una misión integral. La educación teológica y la reflexión bíblica han sido un área de cooperación muy importante ya que la Iglesia Sueca ha necesitado un intercambio de experiencias de fe y compromiso social y de incidencia política.
La Iglesia Sueca apoya también a ACT-Alianza que se está desarrollando como una nueva plataforma importante de cooperación internacional.